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3 jul 2006

Biografía de José Luis Ávila Herrera

Nació un día domingo 27 de julio de 1977 a medio camino entre las montañas y el mar, hermosa ciudad llamada México Distrito Federal.

En 1997 decidió cruzar el mar inmediato para vivir en un lugar
sin fronteras ni límites llamado Xalapa en el Estado de Veracruz Mexico y empezar una parte de su historia.

De noviembre 2006 hasta Diciembre de 2008, viajó a los Estados Unidos en busca del Sueño Americano y lo encontró. Hizo buenas obras con gente necesitada, Ayudó a su familia, construyó su casa, compró su auto, bienes raíces y hasta logró hacer un fondo bancario para su futuro.

Actualmente, viaja por Canadá 'En busca de nuevos horizontes', camina despacio a veces a favor y a veces en contra del viento, respira quedito, medita y acepta ilusiones, esperanzas y cualquier sufrimiento.

*(Noviembre, 2009) Montreal, Quebec, Canadá.

Había recibido la sabiduría anónima y el equilibrio ante la propia
debilidad que evita el deseo de ser un superhombre.

Entró en el torbellino de la fama llamada blogósfera, que exhibe y enmascara,
en la que la realidad se tramita en los momentos paralelos a los auditorios, viviendo de aplausos envueltos en sueños.

En silencios, deseados, examinó el esfuerzo que nunca sabe suficiente.
Lleva años examinándose.

Al borde del escenario intenta, sin prisa, reflexionar sobre los fragmentos
del tiempo que se han ido inevitablemente.
Hace tiempo que ha crecido.

A menudo viste con colores absolutos que transmiten la contundencia
de que lo único que concede, sin inmutarse, es su cotidianidad.

Ha venido desde allá donde la necesidad le endureció el corazón reclamando la razón
donde hay mentes que exterminan palabras que contaminan para siempre una ilusión

Preguntó un día al cielo cuántos caminos existen
para encontrar en los suyos un pedacito de suelo donde podiese llenarse de calor y de alegrías donde pudiese ser algo, algo más que fantasía.

Mas el cielo no está lejos como antes lo pensaba, lo descubrió en ese viento que adelante lo llevaba, pues si fue por mil caminos, y al no perder el aliento,
supo entre sus sentimientos que era Dios el que soplaba.

Sigue mirando al objetivo más allá de lo instintivo.

Escucha voces diferentes en su interior.

Es capaz de sobrevivir a las pérdidas insoportables.

Ha inventado vivencias para preservar su mundo básico, para conservar la memoria intransferible de la identidad.

Es posible que no sea imprescindible mantener impregnada la palabra
de ligereza y, ahora, aspiraciones, ilusiones y responsabilidad
exigen un lugar para salir de sí mismos.

Ha vuelto a él y, en este momento de privilegio, quiere seguir comunicando,
a través de su blog e imágenes, lo más placentero, lo más doloroso, lo más fascinante.

De repente asombra el espectáculo de luz que decide el vaiven secreto
de las gaviotas, casi en cada cambio de estación.

Estamos en la costa.
En un paisaje, como todos los paisajes, irrepetible y, como ellos, también
éste, lucha y se resiste a dejar la belleza en las fronteras.
Más al norte, no muy lejos de aquí, México D.F..

José Luis Ávila Herrera ha recorrido otras costas, ciudades, estados, países y otros paisajes.
Detrás de él, intuyo un mundo azul de tanto mirar al Mediterráneo.
Tal vez por eso, en los días decisivos, cruzando el umbral de las nieblas, permite que las olas se agiten a sus espaldas y recorre el camino conocido de lo inmediato.

Se alimenta de lo inacabable y decide inventar carabelas que resistan
la indispensable diferencia de los naufragios ajenos, tantas veces fugitivos.

En la presencia absoluta del paisaje, cuestiona incesantemente los compromisos
ocultos que albergan las deudas inevitables.

Con el tiempo que transcurre desde el amanecer al crepúsculo,
sus ojos son plurales. Escribe o imagina palabras y sonidos que, como el mar,
exploran las playas de sus más sublimes fantasías. Se mece en el paladeo incesante de las orillas y los peñascos
midiendo, con cierto azul, la realidad en otros mundos con nuevos preludios.

Mientras habla, las manos, como las mareas, se deslizan, se detienen, se agitan, se rebelan
... y se calman.

Vive rodeado de colores y olores sugerentes, en espacios donde pueda moverse sin impedimentos.

Prefiere sugerir que mostrar...
Evita transmitir lo concreto para evitar quedar encadenado a lo evidente.
Así, pues, nos recibe en un lugar que no debiera ser arrebatado al misterio.
Nos ofrece, sin embargo, el espacio sin límites; un lugar donde respirar profundamente y llenarse de azul celeste cual cielo efímero y transparente.
para seguir viviendo plenamente.

Ha trancurrido la vida y, ahora, después de tanto regresar, ha decidido
no solamente sentir el recuerdo de lo vivido, sino, también, construir con él un mapa
transferible de geografías escritas, donde reconocer y reconocerse.
Donde libremente se pueda sentir y explorar.
Un mapa que no puede ser deformado al expresar lo más íntimo,
todo aquello que no puede destruir el paso del tiempo.
Un mapa que establece, desde la raíz, el vínculo con la memoria
sin ornamento, trazado con claras ortografías que signifiquen lo mismo para él que para uno de nuestros nosotros.

Jose Luis, en el fondo, se imita a sí mismo, porque nada, casi, casi nada, desaparece.
Y él, que en raíz posee algo del duende del arte, aprende, artesanalmente, el oficio de sentimientos que viste.

Con cierto azul, José Luis, calzándose a menudo sandalias de arena, crece, vuela y desaparece…

-Autobiografía Octubre 2010
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